LA TOÑI
Cuando entré en la casa, cogí aire y cerré los ojos durante unos
segundos.
Debía de quitarme la idea que llevaba en mi mente de lo que iba a encontrar.
Expulsé el aire como si por él todas mis ideas se fuesen y
mi mente y mi corazón quedasen limpios y vacíos.
Enseguida salió Toñi. “La Toñi” Era una mujer de 1,60 de altura
más o menos, de corpulencia media. Su pelo largo, rubio y teñido lo llevaba
recogido de una manera graciosa en un moño que dejaba ver su cara.
Cuando llegó hasta mí, tenía la cabeza baja, entonces se presentó-Hola
soy la Toñi ¿tú eres Merche?-Asintiendo me acerque a ella y la di un beso en
cada mejilla, pero fue un saludo frió que nunca debí de hacer (luego me di
cuenta) ella estaba tensa y en ningún momento hizo a ademán de devolverme el
saludo sólo me dijo:-encantada.
No me dio tiempo a comenzar la conversación, y así lo que quería preguntarla tuvo que
esperar.
Se invirtieron los papeles y fui yo la que sin apenas darme cuenta
le conté de donde era, cuántos hijos tenía, si trabajaba, cuanto ganaba y
cuantos años tenía, además de un montón de preguntas que en principio no les
encontraba sentido, como cuando me preguntó si las sá banas de mi cama eran
suaves y si tenía manta o edredón, ( luego me enteré de que con un edredón un
día su marido la quiso asfixiar).A pesar de todo lo extraño que se me hacía
este tipo de preguntas, las contesté todas, pues observé que a medida que se
las iba contestando la tensión de Toñi comenzaba a relajarse y aunque siempre
alerta pude comprobar que se encontraba mejor que cuando llegué.
La pregunta final fue la que permitió el diálogo
-¿Estás casada?
-Divorciada
-¿te pegaba?
-No, Toñi no me pegaba
-¿Entonces?
-Conoció a otra mujer y dejo de amarme
-Bueno mujer, por lo menos a ti no te hacia nada.
Rápidamente pensé ¿que no me hacía nada? Pero después de pensarlo
un poco no dije nada, dejé que “la Toñi” siguiese hablando.
-Pero tenías todo con él ¿no?
-Bueno, todo menos amor
-¡Mira! A mí, mi Antonio me engañaba con…no sé cuántas y encima
me pegaba unas palizas que pá que.
Comenzó a describirme una a una las palizas que SU ANTONIO
la había propinado.
El alma se me encogió cuando me describió la primera. Embarazada
de cuatro meses. Resultado un aborto y el dolor de una niña de 16 años por la
pérdida de su bebé.
A esta le sucedieron otras repetidamente estando embarazada de
sus otros dos hijos.
Cuando estaba en “estaó” de Luis de 7 meses me dió una que de
la patada que me metió en la barriga hizo que saliera el muchacho antes de
tiempo.-me explica-Y con la Sara me pasó lo mismo, No sé, ni como aguantó la
pobre mía hasta los 9 meses. ¡Así está que no crece! Yo digo que algo la asusto
estando en la tripa y por eso no crece casi “ná”.
Por un momento subió la cabeza, parece que ha perdido un poco
la vergüenza, me mira, pero fugazmente, no mantiene la mirada. Mientras me da
explicaciones de las palizas con todo tipo de detalles, pone tanta fuerza, cada
vez que me narra un golpe que es como si aún le doliese (seguro que aún le
duelen) Yo aprovecho para ver su cara.
Es guapa, con los ojos negros y pestañas rizadas, las cejas perfectamente
depiladas dibujan un fino arco en la parte superior de sus ojos. La nariz es
pequeña pero perfecta y sus labios carnosos y finos, con un corte en el labio
superior en forma de corazón, los lleva con un poquito de brillo que hace que
resalten y le dé luz a su rostro. En su conjunto es una carita redonda y
delgada, con una mirada triste y un gesto fruncido que según de lo que hable
hace levantar la ceja derecha dándole más dureza a su cara, que no a sus palabras,
que suenan bajitas dulces y miedosas de decir
algo que no quiera. Parpadea mucho y advierto en ella un pequeño tic que
hace que su cabeza vaya hacia un lado, es muy leve, casi no se aprecia.
-Pero gracias a Dios sigo viva y mis hijos están bien -me
dice.
-¿Cuándo decides separarte de él, Toñi?
-Cuando ya no pude más niña, cuando ya no pude más. Yo lo
entiendo la puta bebida tiene la culpa de todo pero hija la última que me
dio, estuve una semana en el hospital, me he quedado sorda de este oído y casi
pierdo la vista de este ojo me dice mientras me señala al oído y ojo
izquierdo-Pero lo peor no fue eso, lo peor fue mi Luis, que gracias a él sigo aquí.
¡Y es que mi Luis me quiere tanto! Él llegaba de con sus amigos, me encontró en
el suelo tirá y vio como su padre quería meterme el cuchillo de cocina por el corazón,
entonces cogió un jarrón y se lo tiró a la cabeza, soltó el cuchillo y le dio
una hostia que lo dejo sin conocimiento, pero luego cogió el cuchillo ¿Te das
cuenta niña, un padre y un hijo pegándose? Lo quería matar pero yo desde el
suelo le grité ¡No Luis, estate quieto que es tu padre! Y le dejó, luego me
llevó al hospital y fue cuando allí vinieron los médicos, policía y los de la
asociación a convencerme de que tenía que denunciarlo y lo hice, pero no porque
me lo dijeran ellos si no porque mi Luis me dijo “o te separas de él o
cualquier día lo mato, lo mato mama” y eso no puede ser, se buscaría la ruina.
¡Dios mío si este hombre dejara de beber!
-¿Sería diferente Toñi?
- ¡Pues claro! Es todo por la bebida
-Toñi ¿Y si dejase de beber volverías con él?
Por un momento se queda en silencio como pensando lo que haría,
pero seguidamente comienza a mover la cabeza de un lado a otro y dice.
-No, no yo estoy ahora muy bien, mi Luis tiene un buen trabajo
en un taller de coches y se ha echaó novia. Y mi Sarita está en el Instituto, los
profesores están encantaos con ella porque dicen que es muy lista.
De nuevo ha bajado la cabeza y aunque intenta por todos los medios
que yo no la vea, unas lágrimas asoman a sus bellos ojos negros. Por un
momento, levanta la cabeza a la vez que yo bajo la mía para que no sepa que la
he visto llorar y me dice.
-Yo no necesito na pa estar bien, tengo mi TV, mi lavadora y
hasta un friegaplatos y estoy tranquila. Y es que hasta que no te explican las
cosas no las entiendes, yo creo que le hacía
algo pá que se enfadara
así y luego… la bebida. Pero ya me han dicho los médicos que yo no he hecho ná
y que nadie tiene que ponerme la mano encima. Sólo estoy peor cuando algunas
veces me da miedo el salir a la calle, por si…me lo encuentro.
-Bueno Toñi, para eso estoy yo aquí, para irnos a comprar ese
vestido que me has dicho y el regalo de Sara
-Si es verdad y te doy las gracias por ello, fíjate 16 añitos
ya, mi niña... 16 añitos.
Se hace un silencio espeso y la vista de la Toñi se pierde, seguramente
pensando en cuando ella tenía esa edad o ¿quién sabe lo que pensará?
Le intento poner la mano sobre los hombros, pero un momento
de susto y autoprotección me hace ver que a la Toñi aún le queda mucho camino
por recorrer.
-Vamos Toñi, y de gracias, nada de nada, yo soy la que te tiene
que dar las gracias a ti por contarme tus cosas
- ¡Mírala, que exagerá eres, las gracias a mí…¿de qué? Y se
va a buscar el bolso, con la cara como una rosa roja de rubor.
Esta fue la primera vez que fui a hacer voluntariado con mujeres
víctimas de la violencia de género. Acompañé muchas tardes de sábado a la Toñi
a comprar, al cine y a pasear. Luego se siguieron otras tantas Toñis de
distinto carácter pero con algo en común, el sufrimiento de la anulación como
personas por parte de su agresor y la evolución y esfuerzo que ponen para recuperarlo
hacen pensar que quien sobrevive a estos maltratos puede recuperarse y VIVIR
Hoy la Toñi, camina con la cabeza levantada y te mira a los ojos
cuando te habla. Y cuando nos vemos (porque nos seguimos viendo) es ella la que
me viene a dar un sonoro, fuerte y apretaó beso que me llena de satisfacción,
yo la pongo mis manos suavemente –siempre suavemente-sobre sus hombros y ya no
se asusta, ni me levanta el codo para protegerse porque ya sabe que nadie le va
a pegar y si lo intentan no tiene por qué aguantar.
Ha sido un camino muy largo. Pero sigue habiendo veces en que
la Toñi se queda con la mirada perdida en cualquier lugar y en sus mejillas
asoman unas lágrimas