martes, 19 de noviembre de 2013

¡ MUJERES EN LUCHA ! CONTRA EL MACHISMO Y LA EXPLOTACIÓN II

                            LA TOÑI

Cuando entré en la casa, cogí aire y cerré los ojos durante unos segundos.
Debía de quitarme la idea que llevaba en mi mente de lo que  iba a encontrar.

Expulsé el aire como si por él todas mis ideas se fuesen y mi mente y mi corazón quedasen limpios y vacíos.
Enseguida salió Toñi. “La Toñi” Era una mujer de 1,60 de altura más o menos, de corpulencia media. Su pelo largo, rubio y teñido lo llevaba recogido de una manera graciosa en un moño que dejaba ver su cara.
Cuando llegó hasta mí, tenía la cabeza baja, entonces se presentó-Hola soy la Toñi ¿tú eres Merche?-Asintiendo me acerque a ella y la di un beso en cada mejilla, pero fue un saludo frió que nunca debí de hacer (luego me di cuenta) ella estaba tensa y en ningún momento hizo a ademán de devolverme el saludo sólo me dijo:-encantada.

No me dio tiempo a comenzar la conversación,  y así lo que quería preguntarla tuvo que esperar.
Se invirtieron los papeles y fui yo la que sin apenas darme cuenta le conté de donde era, cuántos hijos tenía, si trabajaba, cuanto ganaba y cuantos años tenía, además de un montón de preguntas que en principio no les encontraba sentido, como cuando me preguntó si las sá banas de mi cama eran suaves y si tenía manta o edredón, ( luego me enteré de que con un edredón un día su marido la quiso asfixiar).A pesar de todo lo extraño que se me hacía este tipo de preguntas, las contesté todas, pues observé que a medida que se las iba contestando la tensión de Toñi comenzaba a relajarse y aunque siempre alerta pude comprobar que se encontraba mejor que cuando llegué.
La pregunta final fue la que permitió el diálogo
-¿Estás casada?
-Divorciada
-¿te pegaba?
-No, Toñi no me pegaba
-¿Entonces?
-Conoció a otra mujer y dejo de amarme
-Bueno mujer, por lo menos a ti no te hacia nada.
Rápidamente pensé ¿que no me hacía nada? Pero después de pensarlo un poco no dije nada, dejé que “la Toñi” siguiese hablando.
-Pero tenías todo con él ¿no?
-Bueno, todo menos amor
-¡Mira! A mí, mi Antonio me engañaba con…no sé cuántas y encima me pegaba unas palizas que pá que.
Comenzó a describirme una a una las palizas que SU ANTONIO la había propinado.
El alma se me encogió cuando me describió la primera. Embarazada de cuatro meses. Resultado un aborto y el dolor de una niña de 16 años por la pérdida de su bebé.
A esta le sucedieron otras repetidamente estando embarazada de sus otros dos hijos.
Cuando estaba en “estaó” de Luis de 7 meses me dió una que de la patada que me metió en la barriga hizo que saliera el muchacho antes de tiempo.-me explica-Y con la Sara me pasó lo mismo, No sé, ni como aguantó la pobre mía hasta los 9 meses. ¡Así está que no crece! Yo digo que algo la asusto estando en la tripa y por eso no crece casi “ná”.

Por un momento subió la cabeza, parece que ha perdido un poco la vergüenza, me mira, pero fugazmente, no mantiene la mirada. Mientras me da explicaciones de las palizas con todo tipo de detalles, pone tanta fuerza, cada vez que me narra un golpe que es como si aún le doliese (seguro que aún le duelen) Yo aprovecho para ver su cara.
Es guapa, con los ojos negros y pestañas rizadas, las cejas perfectamente depiladas dibujan un fino arco en la parte superior de sus ojos. La nariz es pequeña pero perfecta y sus labios carnosos y finos, con un corte en el labio superior en forma de corazón, los lleva con un poquito de brillo que hace que resalten y le dé luz a su rostro. En su conjunto es una carita redonda y delgada, con una mirada triste y un gesto fruncido que según de lo que hable hace levantar la ceja derecha dándole más dureza a su cara, que no a sus palabras, que suenan bajitas dulces y miedosas de decir  algo que no quiera. Parpadea mucho y advierto en ella un pequeño tic que hace que su cabeza vaya hacia un lado, es muy leve, casi no se aprecia.
-Pero gracias a Dios sigo viva y mis hijos están bien -me dice.
-¿Cuándo decides separarte de él, Toñi?
-Cuando ya no pude más niña, cuando ya no pude más. Yo lo entiendo la puta bebida tiene la culpa de todo  pero hija la última que me dio, estuve una semana en el hospital, me he quedado sorda de este oído y casi pierdo la vista de este ojo me dice mientras me señala al oído y ojo izquierdo-Pero lo peor no fue eso, lo peor fue mi Luis, que gracias a él sigo aquí. ¡Y es que mi Luis me quiere tanto! Él llegaba de con sus amigos, me encontró en el suelo tirá y vio como su padre quería meterme el cuchillo de cocina por el corazón, entonces cogió un jarrón y se lo tiró a la cabeza, soltó el cuchillo y le dio una hostia que lo dejo sin conocimiento, pero luego cogió el cuchillo ¿Te das cuenta niña, un padre y un hijo pegándose? Lo quería matar pero yo desde el suelo le grité ¡No Luis, estate quieto que es tu padre! Y le dejó, luego me llevó al hospital y fue cuando allí vinieron los médicos, policía y los de la asociación a convencerme de que tenía que denunciarlo y lo hice, pero no porque me lo dijeran ellos si no porque mi Luis me dijo “o te separas de él o cualquier día lo mato, lo mato mama” y eso no puede ser, se buscaría la ruina. ¡Dios mío si este hombre dejara de beber!
-¿Sería diferente Toñi?
- ¡Pues claro! Es todo por la bebida
-Toñi ¿Y si dejase de beber volverías con él?
Por un momento se queda en silencio como pensando lo que haría, pero seguidamente comienza a mover la cabeza de un lado a otro y dice.
-No, no yo estoy ahora muy bien, mi Luis tiene un buen trabajo en un taller de coches y se ha echaó  novia. Y mi Sarita está en el Instituto, los profesores están encantaos con ella porque dicen que es muy  lista.
De nuevo ha bajado la cabeza y aunque intenta por todos los medios que yo no la vea, unas lágrimas asoman a sus bellos ojos negros. Por un momento, levanta la cabeza a la vez que yo bajo la mía para que no sepa que la he visto llorar y me dice.
-Yo no necesito na pa estar bien, tengo mi TV, mi lavadora y hasta un friegaplatos y estoy tranquila. Y es que hasta que no te explican las cosas no las entiendes, yo creo que le hacía
algo  pá que se enfadara así y luego… la bebida. Pero ya me han dicho los médicos que yo no he hecho ná y que nadie tiene que ponerme la mano encima. Sólo estoy peor cuando algunas veces me da miedo el salir a la calle, por si…me lo encuentro.
-Bueno Toñi, para eso estoy yo aquí, para irnos a comprar ese vestido que me has dicho y el regalo de Sara
-Si es verdad y te doy las gracias por ello, fíjate 16 añitos ya, mi niña... 16 añitos.
Se hace un silencio espeso y la vista de la Toñi se pierde, seguramente pensando en cuando ella tenía esa edad o ¿quién sabe lo que pensará?
Le intento poner la mano sobre los hombros, pero un momento de susto y autoprotección me hace ver que a la Toñi aún le queda mucho camino por recorrer.
-Vamos Toñi, y de gracias, nada de nada, yo soy la que te tiene que dar las gracias a ti por contarme tus cosas
- ¡Mírala, que exagerá eres, las gracias a mí…¿de qué? Y se va a buscar el bolso, con la cara como una rosa roja de rubor.

Esta fue la primera vez que fui a hacer voluntariado con mujeres víctimas de la violencia de género. Acompañé muchas tardes de sábado a la Toñi a comprar, al cine y a pasear. Luego se siguieron otras tantas Toñis de distinto carácter pero con algo en común, el sufrimiento de la anulación como personas por parte de su agresor y la evolución y esfuerzo que ponen para recuperarlo hacen pensar que quien sobrevive a estos maltratos puede recuperarse y VIVIR

Hoy la Toñi, camina con la cabeza levantada y te mira a los ojos cuando te habla. Y cuando nos vemos (porque nos seguimos viendo) es ella la que me viene a dar un sonoro, fuerte y apretaó beso que me llena de satisfacción, yo la pongo mis manos suavemente –siempre suavemente-sobre sus hombros y ya no se asusta, ni me levanta el codo para protegerse porque ya sabe que nadie le va a pegar y si lo intentan no tiene por qué aguantar.
Ha sido un camino muy largo. Pero sigue habiendo veces en que la Toñi se queda con la mirada perdida en cualquier lugar y en sus mejillas asoman unas lágrimas



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